viernes, 3 de julio de 2009

Decisión

¿Cómo que el planeta no estaba donde debía estar? Eso no podía ser… Envié mis sentidos a través del espacio, el planeta estaba allí. Pero veíamos una imagen justo enfrente de nuestra ruta, un holograma o ilusión demasiado poderoso como para que lo hiciera cualquiera. Además nuestro piloto tenía la mente confundida y pedía ayuda a gritos. El maestro tuvo que sacarlo de los controles y tomar el mando de la nave.
-El planeta está donde debe estar, es una ilusión- les dije a todos. Un campo magnético muy poderoso nos rodeaba y provocaba esa imagen. Decidí que era hora de disiparlo y lo conseguí expandiendo la Fuerza a través de la nave y de allí hacia el exterior.
Entonces se presentó la siguiente pregunta, alguien necesitaba ayuda en Tatooine, alguien nos pedía desesperadamente que lo ayudemos, y era tan poderoso como para rodear nuestra nave con un campo magnético y hacernos ver algo que no era. ¿Iríamos a ver quién era, a adivinar quién era? ¿O seguiríamos nuestra ruta?
El maestro pidió una votación democrática y así fue, ganó la mayoría, tendríamos que bajar. Ni el maestro Asoka, ni mi maestro, ni el wookie, ni yo estábamos de acuerdo, pero sí los demás.
Bajamos al planeta y mientras algunos iban a investigar, o esperar que nos contactaran, otros buscábamos algo con qué entretenernos. Yo encontré algo muy interesante, una nave enorme, en medio de un cementerio de chatarra. Le dije a R2 que buscara cosas útiles y mientras trepé la pila de escombros para tocar los restos de la nave. Enseguida tuve una visión. Estaba en medio del desierto, y veía venir una caravana, de repente el cielo se oscureció y una enorme nave cayó a pocos metros de mí. Era esa nave, el momento en que había caído del cielo. Ahora alrededor había toda una ciudad. Seguramente había sido hace mucho tiempo. Pero lo más importante de todo eso era que había logrado “volver” de la visión. Me había costado, y mucho, pero logré salir sin ayuda de mi maestro. Fue un gran avance para mí.
Dimos por fin con el ser que nos había contactado, estaba en una cueva, detrás de un enorme monstruo. No podíamos comunicarnos con él mediante palabras, pero se hacía entender, tenía la forma de un cerebro gigante y nos comunicó que le faltaba su “otra mitad” todos vimos algo distinto, yo vi una araña de metal. Nos condujo hasta un grupo de ladrones que supuestamente tenían lo que buscaba.
Sentí que estábamos perdiendo el tiempo, teníamos otras prioridades y ese ser nos había usado como quería, estaba tan enfadada y aburrida que cuando llegamos al vehículo de los ladrones tomé el control y lo hice dar vueltas y vueltas sin parar.
Al fin logramos encontrar el módulo mecánico que usaba nuestro nuevo amigo el cerebro para movilizarse. Pero lo peor fue que aún no quería que nos fuéramos. Nos mostró un lugar, una especie de refugio subterráneo debajo de la montaña, teníamos que ir allí, supuestamente había un foco del lado oscuro.
Otra vez a seguir perdiendo tiempo cuando nos esperaban en nuestra nave y ya habíamos tardado en esa misión mucho más de lo planeado y aún no habíamos siquiera llevado al wookie con su jefe para que pudiera rescatar a sus aliados del planeta de los ewoks. Creo que mi maestro se sentía igual, me parece que no iba a dejar que decidiéramos otra vez en forma democrática…
Entramos al lugar señalado por nuestro amigo y estaba lleno de droides, toqué la pared y sentí el tendido eléctrico para confeccionar un mapa del lugar. Mientras el maestro Asoka y Kaleen entraban por el frente, mi maestro y yo fuimos por el costado. Electrocuté a varios droides canalizando la fuerza a través del sistema eléctrico. Pero no terminaba allí la travesía, había que bajar. El lugar era un laberinto lleno de droides y allí no había cables, era todo de roca. Igualmente pude hacer algo que hacía bastante que quería probar, apoderarme de esos droides para nosotros. Realmente mi conexión con las máquinas era muy útil en ese momento. Me quedé con varios droides y los hice que disparen contra sus propios compañeros. Los reprogramé para que no se dispararan entre los que ya había tomado el control. Fue muy divertido. Creo que hasta mi maestro se sorprendió de mi nueva habilidad.
Pero la diversión no duró mucho, los droides comenzaron a herirnos, y al llegar frente a su líder supimos que era el hombre que había dejado escapar el maestro Asoka el día que rescatamos a los padawans de la nave. Algunos droidecas nos rodearon y él nos dijo que sería mejor que nos fuéramos de allí lo antes posible. El foco de lado oscuro que sentíamos era de un sith muy poderoso. Él nos daba la oportunidad de escapar sino queríamos morir al enfrentarlo.
La decisión fue huir. Pero antes de llegar a la puerta el maestro Asoka retrocedió. No podía dejar un foco del lado oscuro allí, ni en ningún otro sitio. Mi maestro me dijo que podía irme, no iba a hacerlo, los droides adentro se reagrupaban para buscarnos. Reprogramé el último droide y le di la orden de que condujera al resto hasta “los fugitivos” en la otra punta de la construcción. Al menos no nos enfrentaríamos a los droides y llegaríamos indemnes a luchar con ese sith tan poderoso como afirmaba su súbdito. Si todos ellos iban a morir allí yo también iba a hacerlo. Después de todo ellos eran mi familia ahora.

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