viernes, 26 de junio de 2009

¿Qué es este poder?

¿Qué es este poder?
Todavía no logro entender bien, no solo cómo acceder a él, sino tampoco como controlarlo. Mi maestro dice que no voy a poder ser un caballero jedi hasta que no logre meditar sin cruzar la línea. El problema es que no sé dónde está esa línea.
La Fuerza me otorgó un poder demasiado grande. No solo puedo tener “visiones” sobre el pasado o el futuro, sino que puedo volver a acceder a ellas las veces que quiera. Ver hacia el pasado, eso sí que era extraño, pero ver el futuro, ese era un poder demasiado grande para mí. Ojalá estuvieran vivos mis padres, quizás ellos supieran por qué tengo este poder…
Ayer entrenamos con el maestro, primero debía tomar conciencia del entorno, luego de mi cuerpo y por último, sin saltear ningún paso, acceder a una de mis visiones. Decidí elegir el sueño que había tenido de los ewoks, nada de siths por ahora. Sí, parecía que ahora a las visiones les gustaba también aparecerse en mis sueños.
Pude ver con lujo de detalles como se vestían, tanto los guerreros que se parecían a Twigol como los más pequeños a los que protegían. Pude ver la vegetación, las montañas, los animales, todo bastante diferente a como estaba en la actualidad. El entrenamiento iba bien hasta que las imágenes comenzaron a pasar a través de mí muy rápido y una tras otra. Otra vez estaba teniendo problemas en dominarlo. Intenté concentrarme en mí, en el sable de luz que era lo que me ataba a mi mundo, a mi tiempo, pero no lograba salir. Escuché que mi maestro me decía: “Tranquila”.
La siguiente visión me mostró a unos troopers, con armaduras que no conocía y que conducían unos vehículos más modernos que aquellos que actualmente se comerciaban en la República (ahora Imperio). Cruzaron rápidamente a mi lado, decidí que ya que no podía salir intentaría tocarlo. Cuando lo hice todo pareció frenarse y comencé a ver todo en cámara lenta, el trooper había pasado a otra “modalidad de tiempo” y ahora lo veía frente a mí. Me concentré en volver a la realidad pero seguía sin suerte, entonces pensé en volver la imagen a la “velocidad temporal” normal (son conceptos que estoy inventando, no sé cómo se llaman estas visiones ni sus variantes). Entonces vi todo como si fuera sentada en el mismo vehículo del trooper. Ya no sabía con exactitud en que tiempo estaba, primero pasado, después futuro y volví al pasado otra vez.
Mi maestro me dijo que logró salir del “flujo” antes que yo y que todo había estado muy bien, que nunca había dejado de realizar las formas con el sable mientras estaba en “trance”. Yo no estaba tan segura. Si bien sentí que había logrado dominar en parte mis visiones, sabía que estaba lejos de poder hacerlo por completo. Todavía ellas me dominaban a mí. Habían pasado tres días desde que iniciamos el entrenamiento, y a mí me habían parecido veinte minutos.
Derné se enfadó con el maestro por no avisar, lo cierto era que tampoco él se había percatado de los tres días.

Por fin logramos encontrar a la mujer, a la hija del duque, conde, noble o lo que fuera. Ella ahora vivía por propia voluntad con Verno, un twi’lek, y un grupo de rebeldes. Nosotros habíamos logrado hacer lo que ellos ya habían estado planeando, matar a Foga, que era el “padre adoptivo” de Verno.
Además conseguimos purgar el lugar que hacía malignos a los ewoks, un foco del lado oscuro que el maestro Asoka se encargó de purificar con nuestra ayuda. Fue raro, creo que yo también me sentí purificada después de eso. Y no solo eso, también salvamos a los esclavos, y entregamos a los responsables a la autoridad local. Kaleen y Lo Dar hicieron además su “ritual de pasaje” y lograron conseguir cristales solares para sus sables de luz, aunque Kaleen le entregó el suyo a Asoka. Ambos volvieron muy heridos, pero a salvo.
El maestro sugirió que las esclavas que habíamos logrado liberar se quedaran con el grupo de rebeldes, ellas estuvieron de acuerdo.
Cuando partimos vino con nosotros un wookie, del grupo de Verno, él iba a reunirse con el jefe para poder conseguir una nave y volver a buscar a sus amigos. Nosotros seguiríamos camino hacia Chalakta, el planeta natal del maestro Asoka.

Ahora que vuelvo a pensar sobre mi poder… creo que podría encontrar una manera de “volver”. Tiene que haber una línea que separe el pasado del futuro, una línea que sea mi presente, solo tengo que encontrar la forma de que la Fuerza me la muestre. Quizás pueda marcar el camino, como hicieron Hanzel y Gretel. Espero que no haya pájaros que se coman las migajas y borren mi rastro.

martes, 23 de junio de 2009

Cuadernos de viaje del maestro Escipión

Cuadernos de viaje, Entrada 154, Año 20/XXV

Estoy en los comandos de la nave mientras el salto hiperespacial nos aleja de Bespin. Acabamos el trabajo sin demasiados problemas, tras 2 semanas de cazas a esa babosa por el Anillo Medio. Es la primera vez que mato a alguien a sangre fría, aunque ese Hutt pudo defenderse, al menos más de lo que pudieron hacer los inocentes a los que asesinó para vender a sus hijos como esclavos. Grunno el Hutt, exactamente 30 veces mas viejo que yo, terminó sus días bajo mi Sable de Luz. Se nos habia estado escapando, desde que empezamos a perseguirlo por sus negocios con la Federación de Comercio. El Maestro Ozzy dijo que aprovecharíamos para cobrarle un par de deudas atrasadas. Al fin se refugió en su factoría de Bespin. Fui yo quien sugerí que estaría allí. Cuando entramos, el Maestro se enfrentó a la gigantesca mascota asesina del mafioso, y me dijo que me habia ganado ocuparme del sujeto en persona. Así lo hice, sin dudar, como me habían enseñado en la Orden. Dudo sin embargo que el Maestro Yoda se refiriera a esto cuando hablaba de no dudar..

El viaje es tranquilo y relajado. El Maestro ha dicho que ya estoy en condiciones de ser ordenado Caballero, y que hará los arreglos al llegar a Naboo, donde es nuestra próxima misión. Por eso calculó el viaje para llegar un par de días antes de la fecha convenida. Al llegar allí, nos reuniremos con otros Caballeros y Padawans. El Maestro dijo que, si paso la prueba que me falta, me dejará solo para que cumpla esta misión sin tentarme a pedirle ayuda. Dice que haremos lo posible para que los otros Jedi no sepan que será mi primera mision como Caballero. El tiene que atender otros asuntos, dijo, y dijo que esperaba que los otros no lo hechen de menos: es decir, que conmigo sea más que suficiente. . No estoy asustado, confío en como me ha preparado. El Miedo conduce al Lado Oscuro, es otra de las cosas que vengo aprendiendo de pequeño. También conduce a dar espectáculos patéticos. La verdad es que esperaba con ansias esta oportunidad. Es magnífico trabajar con el maestro, pero yo también quiero ver como lo hago sin él.

Ahora todo está mas o menos tranquilo: el maestro es un poco remolón, y le gusta dormir en los viajes. A veces aprovecha los momentos en el hiperespacio para enseñarme trucos que la Orden considera ilegales. Pero no en esta ocasión. Asique aprovecho para escribir. Hoy no será sobre la injusticia y la desigualdad que reinan en la galaxia, ni sobre lo poco que hacen por ella los que deberían hacerlo. No. Hoy voy a ponerme un poco egoista y rememorar en día en el que salí de Onogur, mi planeta natal, decidido a terminar mi entrenamiento y convertirme en Caballero Jedi. Han pasado 3 años de aquello, en los que aprendí muchas cosas. No me arrepentí de mi decisión final ni un segundo en este tiempo, y ahora tampoco lo hago. Relataré como fueron aquellas cosas, para cerrar ese libro, que ahora no puedo pensar más que como un prólogo de la parte que de verdad va a importae.de mi vida. Los Jedi no deben mantener lazos con el pasado, se dice, asique yo cierro los míos con estas líneas, antes de convertirme en uno.

Todo sucedió en poco menos de una semana. Primero, la muerte de mamá. Yo tenía 17 años, pero extrañamente no fue para mi tan terrible como podria creerse. Creo haber hablado del tema antes, asique no me explayaré aquí sobre eso. Poco me duró la paz espiritual que me había embargado en esa ceremonia. Cuando yo tenía 12 años, el Maestro Ozzy, que me habia tomado bajo su tutela desde los 10, consideró que era necesario que yo conociera mi planeta natal. Yo habia llegado a Coruscant a los 3 años, traído por él mismo. Mi padre me había cedido gustosamente a la Orden Jedi, básicamente porque no tenia tiempo de ocuparse de mí. Me pareció bien la idea de mi Maestro. El decia que no se podian cortar los lazos que no se conocían, y que yo debia ver mi mundo natal por mi mismo. Cuando llegé a Ircania, en Onogur, me habia fascinado su color, su dinámica, la libertad que se respiraba en el aire. Muy diferente a las, muchas veces, monótonas paredes de la Orden. Pero lo que más me cautivó fue el recibimiento de mi Padre; él era, para entonces, un rico comerciante, y parecia encantado de tener un hijo. Me ofreció ser parte de su familia. El acababa de heredar el liderazgo del Clan, y me aseguraba una vida de lujos, aunque ocasionalmente, dijo, tendria que trabajar con él.

Aquella vorágine de mundo real fue demasiado para el jovencito imprudente que yo era en ese momento. Avergonzado, le dije a mi Maestro que no estaba seguro de si queria seguir en la senda del Jedi. EL sonrió, y me dijo “las personas deben aprender a ser personas antes que Jedis”. Me dio su permiso paraa tomarme lo que el llamaba en ese momento “unas vacaciones”. Yo no podia saber en aquel momento lo acertado que estaba, pero me dejó claro “estaré aquí cuando me necesites”, y así lo hizo, cada vez que lo busqué.

Pasaron 4 años, y crecí. No era un hombre aún, pero tampoco un niño ignorante. El entusiasmo se fue poco a poco, y me di cuenta de lo egoísta de las ideas de mi padre.
En su esquema de cosas, un hijo era sencillamente un factor más de poder, una forma de conseguir una alianza familiar conveniente con un matrimonio. A los 15 años ya tenia una prometida, una niñita algo menor que yo que resultaba ser una de las esposas más codiciadas del país. Magda. Era bella e inteligente, y a diferencia mía, sabía muy bien lo que quería. Tardé un poco en darme cuenta de mi verdadero papel en el asunto: Mi entrenamiento me convertía en un cortesado supremo, sin que yo me diera cuenta, al poder leer los pensamientos de la gente y actuar en consecuencia. Los negocios de mi padre y los de la familia de mi novia crecieron exponencialmente, conmigo como una carta importante en aquella partida.

Magda, mi futura esposa, y yo, volvíamos a casa poco antes del mediodía cuando mi padre me anuncia que esa noche teníamos una importantísima reunión, una cena de protocolo con representantes de algunas de las familias comerciantes más importantes de Ordala, mi país. Mi padre parecía más y más autoritario a medida que se acercaba la fecha de mi Compromiso Oficial. .

Me había dejado llevar, y aquella tarde lo comprendí. Pense que todo era diversión, y que el trabajo que me exigían era muy poco en comparación de lo que me habia exigido la Orden. Pero yo no me habia quedado en Ordala por ellos. No. Yo habia hecho amigos. En mi tiempo libre, me habia juntado con un grupo de estudiantes del colegio a donde concurria. Eran artistas, y tenian el sueño de vivir de su arte. Querían comprar un viejo edificio que tenia un antiguo teatro, en cuyo edificio habia ademas un hotel abandonado. Querian hacer allí una productora, donde pudieran vivir artistas y dedicarse a crear. El amor con el que se dedicaban a sus artes resonaba muy bien en la Fuerza. El grupo creció, Con algunos de ellos formé una banda de música pesada. Al fin, conseguí mover contactos (y dinero de mi familia) y quedarnos con aquella manzana, con el pequeño hotel y el teatro. Lo reacondicionamos, instalamos habitaciones, pusimos a funcionar el teatro, y en la vieja sala del hotel, una discoteca donde tocaban bandas de musica. Comenzó a irnos bastante bien. A mi me caia bien mi familia, pero eran mis amigos a los que me sentia ligado. Todo ese protocolo y todas esas tretas comerciales se justificaban porque el dinero era importante para mantener a mi grupo andando.

Pero ahora, mi padre me avisaba que tenia una reunion impostergable, justo cuando mi grupo de rock y yo teniamos nuestra primera presentación oficial fuera de nuestro teatro. Algo dentro de mi se hizo pedazos. Con el entrenamiento que habia recibido de la Orden y de mi Maestro, comprendí rápidamente la situación. No podia ser un hombee de negocios y un artista a la vez. Los hechos se desencadenaron y me dieron la razón.
Casi sin pensarlo, le dije a mi padre que no habia problema, que allí estaría aunque me hubiera avisado sobre la fecha. Magda parecía inesperadamente feliz. Siempre se habia tomado mi vida de artista fríamente, acompañándome como buena prometida pero sin mostrar nada de interés. Ahora que la vida me ponia a elegir, pensaba ella, me dejaria de tonterias. Me dolio mucho sorprenderme a mi mismo leyéndole la mente, pero mas me dolió esa mente calculadora, utilitarista. Siempre supe que era así, pero jamás me habia imaginado que tanto. Fui a la reunión, que fue un éxito. Mi padre quedó aún mejor parado que antes. Nuestras ganancias crecerian exponencialmente. Adelantó mi compromiso oficial, con toma de votos según la religión de Ordala, para dos semanas más adelante. En dos meses, estaría casado y seria el heredero oficial de una de las mayores fortunas de todo el Planeta Ircania, que yo habia contribuído a forjar.

Mi banda se separó al dia siguiente. Aunque algunos reproches no faltaron, pusieron especial cuidado en hacerme notar que no era por mi ausencia de aquella noche que daban fin al proyecto. Habia muchos problemas en la banda, y yo no lo habia querido notar. No todos estaban de acuerdo con el estilo de música. Algunos de los 5 que éramos querian tomárselo como hobbie, y otros como un proyecto de verdad. Para peor, habia una especie de triángulo amoroso entre la cantante, el baterista y mi segunda guitarra, el principal compositor. En síntesis, no estaban tan comprometidos con el proyecto como el resto de los muchachos. Hasta ese momento, no me habian querido decir nada porque veian el entusiasmo que yo ponía en la banda. Pero cuando vieron que tuve que abandonarlos por una cuestion “de negocios”, comprendieron que el proyecto no tenia futuro. Cuando me reuní con ellos en el “nuestro” edificio, ya habian tomado la decision, y hasta hecho las valijas (todos ellos vivían allí). En menos de dos días volvió cada uno a casa de sus familias. Ni siquiera se despidieron del resto de la gente del Teatro.

Cuando intenté decirle a mi padre de lo brusco de su orden y sus consecuencias, me trató muy mal. ME hechó en cara ser un desagradecido, un bohemio y un drogadicto. Pero lo que mas me enfurecio fue que me criticara duramente el haber dispuesto de los restos de mi madre a la manera de esos “hippies espaaciales con sable de luz”. Ël, que la habia abandonado, que nunca la habia querido, que le habia quitado a su hijo (yo) con una treta legal, para hacerse con un heredero, y luego lo habia puesto en manos de una Orden alienígena por no tener tiempo para criarme. Le contensté con insultante y despreciativa ironia, pero con elegancia. Le hice notar que hubiera fracasado sin mi. Se enfureció, me golpeó. Era un hombre enorme y muy fuerte. Mi telekinesis reaccionó, le partí el brazo. Humillado, a regañadientes me pidio disculpas. Con la mente en otro lado, le dije que no habia problemas, que ya no me ocuparia más de cosas sin importancia. Pareció conforme. Lo estaba cuando le leí la mente. Tambien algo avergonzdo. Por suerte, nadie, ni Magda, habian visto el incidente. Ambos lo callamos.

Cuatro día despues, era la reunión semanal de nuestro Teatro. En realidad, los muchachos de la banda no eran mis amigos más cercanos. Estaban Burt, un Disk-Jockey que queria poner una emisora de radio en el techo de nuestro edificio. Pensaba en grande, pero tambien trabajaba muchísimo. Fabio era un Gryurgil pintor y dibujante, extravagante y obsesivo, muy dedicado a su técnica, un maestro de la perspectiva que además se encargaba de la decoración del lugar, que habia ganado varios premios. Tert era un lasaa, también Disk-Jockey, el miembro más viejo del grupo. Tenia unos 50 años (equivalente a unos 25 en edad humana) y habia triunfado en su temprana juventud, pero lo habia dejado por lo “mexquino” del ambiente; gustaba de los deportes extremos y de la bebida, y solia ponerse de barman; era como el gurú espiritual del grupo, y me respetaba mucho por mis “conocimientos” especiales. Luego estaba Yuki, una joven viera de muy pocos años. Era la más pequeña, aunque nunca supe bien que edad tenía. Era una escritora sorprendente, tremendamente talentosa, que mejoraba día. Habia abandonado a las suyas porque queria que mucha gente leyera lo que escribía. Era seria, callada y tímida, sobre todo teniendo en cuenta su gran talento.

Esos dias me había mantenido muy ocupado. Hable muy poco con mi prometida. Me sorprendi pensando lo desperdiciadas que estaban sus talentos en aquella vida monótona y prefijada. Recordé haber pensado lo mismo de ella muchas, muchas veces, mucho antes de leerle la mente. Pero ahora era distinto. Comprendí lo bien que ese juicio se aplicaba a mi. Cuando le informé a la gente del Teatro de las razones del abandono de mi banda de músicos, lo entendieron. Bromearon mucho, acerca de los líos de alcoba que mi entusiasmo habia ignorado. Pero me señalaron que de algun modo tenian razón mis compañeros de banda, no podia estar en dos lugares a la vez. Ahí me puse serio, les di la razon, y les presente los papeles.

Habia logrado gestionae en 4 días lo que todos siempre habíamos querido; la propiedad perpetua del lugar. Ni siquiera nos cobrarían impuestos. Y les informé de mis intenciones: Habia entendido el mensaje de mi padre. El me recalcó que no debia perder mi tiempo en cosas sin importancia. Asique me habia forzado a tomar una decisión: Dejaria Ordala, Ircania, Onogur mismo. Completaria mi entrenamiento Jedi. La galaxia me necesitaba. Quizá un grupo de artistas era un proyecto bohemio, pero dedicarse a acumular créditos por el resto de mi vida era un proyecto idiota. La Fuerza nunca me lo perdonaria. Tert y Yuki parecieron comprenderme por completo. El resto lo vio como una venganza a mi padre. Y fue por esto que se tomaron bien mi decision, con cierta sorna. Sobre todo cuando se enteraron de que pensaba irme sin avisarle a nadie.

Me despedí de ellos rápidamente. No me gustaban las despedidas. Muchos me dijeron que, en el fondo, sabian que yo no pertenecía allí, que si habia venido de las estrellas mi hogar estaba allá arriba. Me hicieron entender que seguirían adelante, y que apreciaban mucho mi gesto. En un momento, todos me ofrecieron mucho dinero. Su parte de lo que habia costado la propiedad. Me exigieron aceptarlo; yo podria haber gestionado la propiedad, pero ellos querian que realmente fuera propiedad de todos.. Habian estado ahorrando para ello. Acordamos en dejar el Teatro a nombre de Yuki, la mas joven del grupo que de todos modos era de las mas serias (la propiedad perpetua en Onogur requiere un solo titular y solo uno). Ella me miró a los ojos y me agradeció mi confianza. En una oración típica de las de su raza, pero extraña en alguien tan joven, me dijo que sin duda encontraria mi camino, y que cuando lo hubiera encontrado volveria a mostrárselos.

Aquella noche tenia una reunión “de negocios” donde hice mi papel a la perfección. Mi Padre y mi prometida quedaron convencidos de que yo me habia decidido por “el buen camino”. Mis amigos llevaron mi equipaje, sin que nadie lo notara, con mi Maestro. Habia hablado antes con él para comunicarle mi decision, que no lo sorprendio para nada. A la mañana siguiente, madrugé, y dije que iba a hacer mis ejercicios matutinos al parque, como solia hacer. Jamás regresé. Me despedí de mis amigos, usé mis poderes Jedi para llegar al teatro sin que nadie lo note y luego colarme hasta donde mi maestro tenia su nave. El sonrió, y cuando llegué junto a la nave me dijo “terminaron las vacaciones”. Partimos. Fue hace 3 años, y jamás volví a Onogur desde entonces. Quizá no lo haga por mucho, mucho tiempo. Y realmente no estoy apurado por hacerlo..

(escribió Marcos)

Un acercamiento

Seguimos vagando por la galaxia sin encontrar a la hija del noble. En Firrere no logramos dar con ningún Hutt ni con nadie que pudiera darnos mayor información. Los Hutts hacían sus negocios pero a través de terceros, sin ensuciarse las manos, obviamente. Pero había algo que me intrigaba, si había rastros de una batalla la nave tendría que haber descendido en ese planeta. Le pedí a R2 que hiciera los cálculos, pero según la información que le di la nave debió aterrizar en el medio de la ciudad, no era posible.
Había algo que estaba mal, sentí a mi alrededor y descubrí que había otros planetas que no teníamos mapeados, así llegamos a una Luna habitable, un paraíso lleno de vegetación. Las coordenadas del lugar donde encontramos los escombros coincidían con ese planeta.
Estaba muy de mal humor, creo que nadie entendió por qué, mi maestro siempre me pedía que me quede en la nave, y si bien a mí me encantaba eso, por otro lado también quería ir con ellos. Pero como ya estaba de mal humor no quise bajar.
Habíamos hecho contacto con una raza de seres inteligentes y Kaleen junto a Lohdar fueron a investigar, mientras mi maestro y el maestro Asoka buscaban el posible escondite del Hutt. Los atacaron en las montañas, pero cuando llegué ya habían dado cuenta de los enemigos, según ellos unas esferas negras los sorprendieron desde el bosque y les arrojaron flechas desde todos los ángulos. Derné había sido herida y mi maestro me pidió que fuera con la nave a ayudarlos.
No mucho después Kaleen me contactó para que fuera lo a buscar y lo acercara a los demás. Otra vez, ya todos me estaba hartando, todos me tomaban por su secretaria. Desde lo alto vi que Kaleen y Lohdar comenzaban una competencia para ver quién llegaba primero hacia las montañas.
Mientras el maestro Asoka y mi maestro hacían contacto con un nativo que vivía en soledad, él junto a su compañero, una criatura muy extraña que hasta me costaría describir, les dio asilo en la montaña. El maestro Asoka les pidió a Kristal y a Hannabh que bajaran de la nave, tendrían un entrenamiento allí. Lástima, me hubiera gustado presenciarlo.
Lohdar contactó conmigo y me dijo por el comunicador:
-Faith, ¿te puedo pedir un favor?
-Sí…
Si bien no estaba de humor vi la posibilidad de acercarme a él y a los padawan, ya demasiado distanciada de ellos estaba, y gracias al keldor quizás pudiera por fin acercarme un poco.
-Quiero jugarle una broma a Kaleem, ¿me ayudarías? Te voy a deber una.
-Bueno, dale- le respondí y lo fui a buscar con la nave.
Cuando Kaleen llegó, mucho después que él y agotado, no podía entender qué había pasado, era fácil, el keldor le había hecho caso, no había usado la fuerza había pedido ayuda a sus amigos para ganarle.
Después de eso decidí bajar, estaba de mucho mejor humor ahora. Hacía tiempo que quería acercarme a los padawan, pero no sabía cómo, en especial después del entrenamiento en nuestra nave en el cual me habían dejado completamente afuera de sus planes.
Nuestro anfitrión nos obsequió alimentos y nos mostró su “nave”, era una carcasa de un vehículo terrestre. En el vidrio había dibujado las estrellas. Era extraño que una criatura de un planeta totalmente alejado de la tecnología tuviera el deseo de volar. Apoyé mi mano sobre los restos del vehículo y sentí todos los circuitos, no estaba muy dañada así que la hice funcionar. Era otra cosa que quería experimentar, podía unir con la Fuerza aquellos circuitos que no funcionaban. Nuestro anfitrión me miró muy sorprendido.
-Sí, mi alumna tiene cierta capacidad de hacer funcionar las máquinas…
-¿Podés hacerlo volar?- me preguntó
-Nunca va a volar porque es un vehículo terrestre.
-No… es una nave… sí puede volar…
Creo que fue demasiado tarde cuando me di cuenta de que había destrozado todos sus sueños.
-Maestro, ¿podemos levantarla de alguna forma?- le pregunté directo a su mente.
-No creo que podamos hacerlo…
Había sido una tonta, ¿por qué no podía quedarme con la boca cerrada en momentos como ese?

miércoles, 17 de junio de 2009

Asoka 2

Lo que más recuerdo de las clases con Depa fue el extenso tiempo que pasó enseñándome la cultura de mi pueblo. Con el tiempo descubrí que todos los estudiantes van a un Templo a aprender en conjunto hasta que los selecciona un maestro o caballero jedi que regula específicamente su educación. En mi caso, Depa se opusó a llevarme a un templo, dada su influencia en el Concilio Jedi, no tuvo problemas para lograrlo.
El tiempo de entrenamiento con ella lo recuerdo gratamente. Se preocupó no sólo de instruirme en las doctrinas de los Adeptos sino que también bregó mucho por un óptimo desarrollo físico. Argumentaba que muchos maestros se preocupaban porque sus muchachos tuvieran rindes físicos excepcionales, o supieran de todo, y realmente no eran buenos en nada o eran limitados. Así que recuerdo esas clases como bastante particulares.

El deber que llamó a Depa me asignó a Za'i. Ella sí me llevo a un Templo común, pero era bastante poco el tiempo que compartía con los estudiantes. La mayoría del tiempo lo utilizabamos para entrenar. Za'i compartía los mismos postulados que Depa, lo cuál las había hecho amigas, del desarrollo físico, y también del desarrollo de la capacidad de pensar, de analizar, de tomar desiciones. Algo que citaba no era muy común en la Orden.

Pasé tiempo estudiando a su cultura, creo que no lo hizo para que aprendiera solamente de su pueblo, sino para poder apreciar cada raza en su magnitud, y no solamente en los detalles. Enseñaba que cada raza tiene miles de pequeños detalles, y que la única forma de comprender a cada raza es entendiendo cómo funcionan esos detalles. O al menos los que definen la personalidad común de la raza.

Pero no sólo eso: trabajamos mucho desde lo sensorial. Ver en Alpheridies era virtualmente imposible, el espectro lumínico de Aber (el sol), rojo intenso, prohibía el uso de la vista y utilizarla era desgastarla en exceso. Za'i decía que al perder su raza la vista, habían activado la Fuerza para compensar. Y que la ceguera, que realmente no era tal, les había permitido aprender la nula fiabilidad de los sentidos. Ella esgrimía que las personas solían confiar ciegamente en su vista y poco en su intuición, hecho que en mi corta experiencia con la vida pude apreciar que es así. Que los sentidos podían ser facilmente engañados y que cada persona de la Galaxia, jedi o no, podía caer en trampas siempre y cuando sus sentidos les indicaran fiabilidad. Tomé estas enseñanzas como válidas, después de todo, mi cultura habla de un velo que tapa la realidad, y que nadie puede traspasarlo dado la condena que vivimos en el cuerpo material.

Toda esta terminología, que podrá parecer en extremo rara o de difícil comprensión, la adquirí mediante charlas de religión y ocultismo con mis maestras. Ambas creían fervientemente en los principios divinos y esotéricos de sus razas. Era bastante evidente que yo terminaría adquiriendo los mismos dogmas. En general, más allá de sus diferencias, la clave para entender esta conexión divina y trascendental es la Fuerza. Por eso largo tiempo con Za'i lo pasamos meditando, tratando de tocar y manejar y entender este elemento que es la Fuerza, que nos núclea a todos, del que todos somos parte pero pocos pueden entender en su magnitud.

Indudablemente tampoco faltaron los estudios con el sable de luz, si bien Za'i no era una dotada, su estilo me agradó inmediatamente, claramente defensivo, a favor de los códigos de no violencia que mi raza pregona. Hubo mucho tiempo para ello. Agradezco siempre que mi maestra miraluka tenía una forma didáctica de dar clases, utilizando todo recurso que podía en pos de una mejor comprensión. A veces volvíamos horas con los mismos principios, con la única finalidad de captar cada detalle y alteración de la técnica, cada sensación del poder o bien cada trampa en el sútil control de la Fuerza.

No puedo decir que no extrañe a mis maestras. Ellas fueron el eje de mi vida, aunque en estos últimos meses pude poner en marcha casi todas sus enseñanzas. Lo más interesante del caso es que las enseñanzas de ambas que más aprecio hoy son aquellas relativas al trato, a la forma de ser, a cómo encarar distintos asuntos, a entender el sendero elegido y al deber que uno tiene. Y no tanto los poderes o los manejos con el sable de luz ni la política de la Orden.

(escribió Draften)

jueves, 11 de junio de 2009

Una búsqueda infructuosa

No sé cuantos días fueron los que estuve encerrada mi cuarto. Pensé mucho, y si bien llegué a algunas conclusiones, no quería volver sobre ellas. Un día vino a buscarme mi maestro, me preguntó si podía entrar y lo dejé. Vio que no quería hablar y se quedó allí mirando mientras realizaba las formas con el sable. Le agradecí que no me hiciera preguntas.
Decidí que era el momento de salir para probar lo que no había podido hacía algunos días. Quería saber si podía extender “la presencia” de la nave a los cazas. Le pregunté a mi maestro y él solo me dijo “Vamos”.
Creo que no lo pensamos, ninguno de los dos, porque apenas salimos al exterior cortamos el viaje por el hiperespacio. Comprobé que “la presencia” de la nave llegaba al caza cuando estábamos adentro, pero no al estar afuera. Aún así empecé a vislumbrar otras hipótesis.
A lo lejos vi unos destellos de luz en forma de medialuna, parecía ser una batalla. Mi maestro también lo había visto y le pidió a Derné que nos acompañara a investigar. Fui detrás de ellos dos, mientras mi maestro iba como el ala de Derné. Llegamos y vimos una nave siendo atacada por varios cazas. Estaban en problemas y solicitaron nuestra ayuda. Parecía que eran piratas. Mi maestro me dijo que me quedara atrás y le obedecí, mientras Derné y él se acercaban más a los objetivos. El maestro Asoka estaba en el puente de nuestra nave visualizando la situación.
Una vez que comenzaron a derribar a los cazas y el maestro Asoka se nos unía desde lejos, mi maestro me permitió acercarme y comencé a probar mis hipótesis. Usé la Fuerza para tomar el control de uno de los cazas, intenté usarla para insertar un virus en su sistema, y lo hice chocar contra uno de los suyos. Perfecto, había funcionado. En otro de los caza ejecuté el mando para que eyectara al piloto de la nave. Eso era lo que hacía el maestro Asoka, pero de una forma bastante diferente, él solo apretaba el botón desde lejos. Aprendí que podía manejar los sistemas de mi nave con la fuerza, pero lo más importante, podía manejar los sistemas de otras naves desde allí.
“¿Maestro me puedo quedar con el caza?”
“Por supuesto” me respondió, así que me quedé con él. Lo manejé a distancia y lo subimos a nuestra nave. Ya habría tiempo para seguir experimentando sin necesidad de usar el caza del maestro Asoka.
Toda esa situación hizo que volviera a ser yo por un momento, estaba contenta otra vez. Me había olvidado por completo de todo lo demás.
Pudimos rescatar a seis personas de la nave atacada, un noble bastante rico y cinco de sus ayudantes. Resultó que este hombre podía darnos lo que tanto necesitábamos: recursos, y a cambio nos pidió que rescatáramos a su hija que estaba en manos de los Hutt. Esos piratas espaciales habían raptado a su hija y se la habían llevado para que se casara con el hijo de Foga, un Hutt muy influyente.
Todos estuvimos de acuerdo en que teníamos que separarnos, nuestra nave debía seguir rumbo hacia nuestro destino original Orogur, el planeta natal de mi maestro, mientras nosotros íbamos en otra nave a rescatar a la “princesa”. Obviamente la nave era parte del pago y nos la cedió el noble.
A la misión iríamos mi maestro, el maestro Asoka, Kaleen, los Arc, y yo. El maestro Asoka también pidió que fueran Hannabh, Kristal y Lohdar, su petición fue aceptada y los padawan se unieron a la nueva nave.
Usamos las coordenadas de salto del caza que me había llevado para saltar hacia el mismo lugar, pero cuando llegamos allí no había nada, solo un caza abandonado. Logramos recuperar su caja negra gracias al maestro Asoka y con la información uno de los Arc logró trazar las rutas hasta un planeta congelado.
Fue una semana de viaje, mucho más de lo que todos esperábamos, pero era la única pista que podíamos seguir.
En ese tiempo aproveché para leer mucho sobre historia. En realidad solo me interesaba por el momento saber lo que había pasado dos mil años atrás. Kaleen me ayudó bastante con eso, pero no encontré información sobre Hope, Clint o el sith. Tampoco encontré escrituras antiguas en los libros, pero sí me las acordaba de cuando había “vivido” el sueño, las dibujé y las escaneé para introducir todo en la computadora. Luego lo busqué a Kaleen que estaba con mi maestro.
“Kaleen, ¿sabés que significa esto?” y le mostré mi computadora.
“¿De dónde lo sacaste?”
“Estaba escrito en la cueva del sith”
Resultó que Kaleen ya tenía esos dibujos, los había escaneado de la misma cueva, pero le faltaban los colores para poder terminar de descifrarlo. Así que trabajamos entre los dos hasta que tuvimos todo el dibujo terminado. Era una especie de mapa de espirales rojos y azules que se unían unos con otros, dentro de los espirales parecía haber otros espirales más pequeños. Era un dibujo sin principio ni fin. Un ciclo.
Y en ese momento mi maestro me llamó “Hope” creo que era la segunda vez en el viaje, y perdí el conocimiento, otra vez. Tuve tres visiones.
La primera era de varios siths invadiendo Coruscant, un jedi combatía contra un Lord Sith con la piel muy blanca y el jedi era asesinado al final de mi visión.
La segunda era mucho más extraña, los caballeros jedis tenían armaduras arcaicas y volaban unas criaturas que no conocía. Frente a ellos vi la nave de un sith y había un duelo entre él y un caballero. Esta vez también volvía a ganar el sith, haciendo trampa.
La tercera, fue de un Sith que usaba un casco extraño, y que convencía a los Nogris de unirse a su causa, en la visión estaba Palpatine en el trono del Imperio.
Eran muchas las preguntas que surgían en mi mente cuando desperté ¿Por qué esas visiones me llegaban a mí? ¿Tenían que ver con Hope? ¿Cuándo el lado “luminoso” de la fuerza se hacía demasiado poderoso tenía que ser equilibrado por el lado “oscuro”?
“Perdoname” me dijo mi maestro, pero a mí no me molestaban esas visiones, si podían servir para algo. Le pregunté a Kaleen si podíamos intentar insertar en ese extraño mapa de espirales los sucesos históricos y las visiones que yo había tenido, él dijo que sí. Si todo era una sucesión de ciclos que se repetían, de alguna forma tenía que poder detenerse, a no ser que estuviéramos condenados a repetir el pasado una y otra vez.
Kaleen, Asoka y Darné lograron dar con un reducto Hutt donde supuestamente se hallaba Foga. El plan era simple, entrábamos, nos llevábamos a la princesa y salíamos de allí de inmediato. Asoka y Kaleen entrarían con los Arc mientras mi maestro entraba de incógnito con Kristal. Mi misión nuevamente fue permanecer en la nave, pero no iba a ser nula mi participación. Tomé el control de las cámaras y comencé a grabar una secuencia para poder transmitirla en cuanto el maestro Asoka y Kaleen llegaran al subsuelo y se armara el combate. Además les abrí las puertas hacia la estancia de Foga. No llegué a ver en las cámaras si la mujer era la que estábamos buscando pero todos parecían estar muy convencidos.
Cuando Asoka y Kaleen comenzaron con la misión fue todo un caos, la gente comenzó a salir espantada y mi maestro pudo rescatar a las tres mujeres que se encontraban engrilletadas a la pared. La misión fue perfecta, salvo por un detalle, ninguna de las mujeres era la que estábamos buscando.
Cuando llegaron a nuestra nave y se dieron cuenta no lo podían creer, estaban totalmente derrotados por la situación, habíamos perdido una semana y no la habíamos encontrado, pero Kaleen tenía razón, habíamos logrado rescatar tres esclavas.
“Ahora son libres” les dijo mi maestro y ellas lloraron.
Habían traído un vehículo que había pertenecido al ayudante del Hutt, en alguna nave tendría que haber descendido al planeta, busqué naves cerca y mientras todos discutían le dije a mi maestro:
“Si siguen perdiendo el tiempo se nos va a ir la nave”
Enseguida calculé su posición, estaba dentro de la base del Hutt. Fuimos hasta ahí y resultó que estaba tapada por los escombros de la explosión ocasionada por mi maestro, al arrojarle un detonador térmico a Foga mientras escapaba.
El maestro Asoka con mi ayuda logró recuperar la caja negra y el disco con la información de la nave. Así Kaleen y yo llegamos por fin a la única pista que podíamos seguir, un planeta, bastante lejano llamado Firrerre. Hacia allí nos dirigiríamos, el viaje iba a ser más largo de lo que habíamos pensado.

miércoles, 10 de junio de 2009

Asoka

36 BBY:
En las calles se puede encontrar un mosaico social muy llamativo. En ellas caminan las cuatro castas que rigen la vida de todos los ciudadanos del hermoso mundo de Chalacta. Por un lado, los sabios, ataviados con sus pobres vestiduras, en busca de una erudición e iluminación que les permita salir de los ciclos constantes y eternos. Por otro, los guerreros, custodian la ciudad y preparan la guerra cuando esta es necesaria. A su vez, la tercera clase, campesinos y artesanos, desfilan con sus alimentos y chucherías por los bazares y mercados de la ciudad. Todo esto regado con la cuarta clase, los siervos, cuyo destino los condena a esta posición.
El mundo de Chalacta, ubicado en el anillo medio, es un mundo verde, de un solo sol, con grandes océanos, mares, montañas e interminables selvas y planicies, pero su forma de vida quizás no tenga la belleza de su tierra.
La noticia en la ciudad capital de Jordir, hermoso bastión de la tecnología más moderna de la República combinado con el estilo arquitectónico propio del planeta, vegetación en abundancia y espiritualidad, es el nacimiento del nuevo Rey, cuyos rasgos lo llevan a un estatus parecido al de una divinidad: Ojos infinitamente azules, cabello dorado y piel blanca. Como en los mitos, este antiguo formato solo rememora a los semidioses de antaño.
La gente corretea entre las calles rumbo al Palacio Real, para poder ver con sus propios ojos a aquel que ha de regir sus destinos.

31 BBY
Cinco años han pasado y la joven jedi es ahora una maestra. Ha conseguido ya la segunda marca de Iluminación, que la reconoce como Adepta Chalactana del más alto rango. Ha venido a buscar al pequeño príncipe porque ha sentido la Fuerza en él. Y ha decidido que sea su padawan.
El pequeño ha demostrado ciertas dotes sensitivas, ha aprendido de su cultura e incluso ha obtenido a sus cinco años la marca menor de Iluminación. Esta marca es otorgada por los adeptos chalactanos, una orden místico-filosófica que instruye a sus estudiantes en la historia y esencia de su pueblo, y sus enseñanzas incluyen también el desarrollo de las capacidades mentales, con especial énfasis en la resistencia mental. Los adeptos creen que las leyes naturales que gobiernan el Universo también gobiernan las vidas de aquellos que viven en él. Su filosofía también incluye distintas doctrinas acerca del pensamiento y la acción, acerca del dharma (el deber) de cada individuo según su casta y también acerca del ciclo de vidas y reencarnaciones, siempre con el fin de ser uno con el Universo. Los adeptos respetan sobremanera a los jedis, ellos encarnan la unión de las cuatro castas en una sola: el jedi; y a su vez entienden la Fuerza, el principio de la energía y esencia universal que nutre todas las cosas.
Es debido a esto que la Orden Jedi se ha nutrido de adeptos chalactanos. Y es por esto por lo cual, mi maestra, Depa Billaba, pudo sacarme a mí de mi deber de Rey.

29 BBY
Depa ha sido una excelente maestra, pero el deber la ha obligado ha dejarme en manos de una maestra jedi amiga de ella. Su nombre es Za'i Shimari, y pertenece a la raza Miraluka. Son físicamente similares a nosotros (aunque me he enterado que nosotros tampoco somos considerados humanos, dado que nuestra cultura es tan distinta a de los mundos centrales), con la salvedad que por las condiciones de su planeta madre, no tienen necesidad de utilizar la vista, y poseen cuencas o vacías o bien con ojos blancos. Para no llamar tanto la atención, cubren sus "ojos" con velos.
Mi maestra es una mujer hermosa y noble, transmite serenidad con solo verla. Ojala pueda ser un digno estudiante.

22 BBY
Han pasado ya siete años de entrenamiento con Za'i. Debo decir que Alpheridies es un planeta hermoso, relativamente frío, por no decir bastante, en especial si lo comparo con Chalacta. Tiene grandes montañas y colinas, e importantes océanos. Forma parte de la región conocida como el Velo, dentro de la Región de Expansión. No hay demasiada tecnología en él ni tampoco grandes ciudades. Quizás el punto más destacado del planeta es el Centro Culu, una academia Jedi establecida después de la Gran Guerra Sith, en honor a Shoaneb Culu, una jedi miraluka caída en ese conflicto.
Ahí pasé siete años que debo ser honesto, se fueron volando. El entrenamiento de Za'i se basó principalmente en convertirme en un místico de la Fuerza, en aprender a sentir la Fuerza, el Universo y la vida. Me enseño de la nulidad de las distancias, de la esencia que regula a todos los seres, de la debilidad de confiar en nuestros sentidos, de fluir con la Fuerza. Siempre me decía que su sueño como jedi se estaba cumpliendo, que ella no había sido una gran caballero jedi pero que lo que deseaba era entrenar a alguien, y que yo había sido el mejor padawan que un maestro puede tener. Realmente creo que su vida fue enseñarme. Za'i con ese gesto me enseñó lo fuerte que es el dharma de cada individuo. Si entrenarme era su deber, su vida tuvo sentido.
Lamentablemente, no pudo nombrarme caballero jedi. Nos ordenaron volver a Coruscant. ¿El motivo? Mi maestra Depa había vuelto, en coma. Za'i y yo habíamos sentido durante el entrenamiento que algo le había sucedido, pero la distancia y la firme voluntad de Za'i de confiar en su amiga evitó que fuéramos al planeta Haruun Kal donde ella estaba llevando a cabo una misión. El maestro Windu, por ser Depa su padawan, por ser yo padawan de Depa y por ser Za'i su amiga, nos contó que Depa había sucumbido ante el lado oscuro. Entendí por primera vez la real dificultad de ser jedi, y porque Za'i había insistido tanto con sentir y tan poco con el sable de luz. Claramente era preferible poder entender la Fuerza como una entidad protectora que como una fuente de poder para cometer todo tipo de atrocidades. Y la importancia de preparar la mente y el espíritu para las dificultades, no tanto el cuerpo ni el arma. Windu también me regaló el cristal del sable de Depa; adujó que si bien Depa era su padawan, yo merecía recibirlo dado que era su alumno y el futuro de su enseñanza. Agradezco que no me haya regalado el sable completo, hubiera sido cargarme con su herencia y no con su legado.
En ese tiempo también conocí al maestro Kenobi, quien reemplazó a Depa en el Concilio Jedi. Me inspiró su confianza, carisma y serenidad. Parecía un ser humano, no como otros jedis que solamente mostraban una dedicación casi absoluta a su rol. Soñé con ser como Kenobi, pero más como su padawan, ya un caballero Jedi, Anakin. La única impresión que me dejo fue de extrema confianza en su capacidad, increíblemente carismático y ligeramente arrogante. Me trató como un niño pese a que no tenía muchos años menos que él, e incluso se refirió a que su padawan también se llamaba como yo. Conocí a su estudiante Togruta y solo nos quedó desearnos buena suerte.
Con el cristal de Depa y uno que Za'i me entregó, pude forjar mi sable de luz, que resuena con mi esencia y con la de mis dos mentoras.

22 BBY-19 BBY:
Con Za'i pasamos dos años estudiando y practicando en Coruscant y el Templo Jedi, si bien ella deseaba volver a Alpheridies, optamos por quedarnos en Coruscant para velar por Depa y por la confusa situación de las guerras clónicas. Mi maestra deseaba encarecidamente que no rindiera los exámenes para ser caballero jedi, no porque no confiara en mi capacidad, sino porque no quería exponerme a que me nombren en alguna batalla y que mi sentido común me hiciera juzgar mal. No obstante, ella me decía que yo estaba listo. En Coruscant pudimos estudiar los gigantescos archivos Jedi, aunque Za'i decía que mucha de la información no era realmente apreciada, y que los jedis vivían dependiendo más de su sable de luz que de su conexión a la Fuerza. Por eso practicamos más comunión con la Fuerza que otras cosas, y este entendimiento fue lo que me dio la habilidad que hoy poseo, y la ligereza para tratar de utilizar la Fuerza de la manera más adecuada.
Cuando las guerras llegaban a su fin, tras la muerte del Conde Dooku, el Concilio Jedi optó por enviar junto a la República varias naves para llevar el mensaje y unir mundos al gobierno de Coruscant. Fui asignado a una de ellas, al mando de la Maestra Jedi Mae'tel. Fue la despedida con Za'i, que ese mismo día partía para su planeta natal. Nos fundimos en un abrazo, pero no lloramos: ambos entendíamos que siempre íbamos a estar juntos, y ella incluso aceptó mi filosofía al reconocer que sí, que si estábamos juntos ahora es porque también estuvimos juntos en otras vidas, y que si bien en el futuro no íbamos a recordar nuestras etapas anteriores, íbamos a volver a unirnos, como amigos, pareja, familia o estudiantes.
Despedimos también a Depa rogando por su pronta recuperación.

Hoy:
He perdido las resonancias de ambas en la Fuerza. Depa estaba en Coruscant en coma en el momento de la catástrofe, así que espero lo peor. Za'i estaba en su planeta, pero la Orden 66 fue efectivamente la forma rápida para la erradicación de los jedis, así que asumo que la Academia de Alpheridies ha sido arrasada. Ahora mi dharma es custodiar a los padawans, enseñarles y acompañar los nuevos desafíos de la pequeña Orden Jedi que tenemos en la nave. Sé que debo volver a Alpheridies solo para salvar a muchos de los que fueron mis amigos, y ver qué es lo que ha sucedido con mi maestra. También debo volver a Chalacta, si bien los adeptos no son jedis, su filosofía pro jedi puede haber sido objeto de los blasters enemigos. También es mi deber como Rey. Tiempo al tiempo.

(escribió Draften)

martes, 2 de junio de 2009

Una prueba difícil

Cuando finalizó el ejercicio lo único que quería era encerrarme en mi cuarto a llorar, pero eso no fue posible, sabía que los maestros llamarían a una reunión para sacar conclusiones.
Estaba sumamente deprimida, había fracasado, tres padawans de mi grupo “habían muerto”, incluso yo misma, pero eso era lo menos importante. Ese ejercicio era un simulacro que intentaba demostrar qué pasaría si los clones entraban a nuestra nave y por lo tanto intentaban matarnos. La respuesta saltó a la vista, mi grupo perecería, y todo porque no fui lo suficientemente inteligente para liderarlo.
El keldor tenía razón, yo no había actuado correctamente, le dije que iba a esperar al maestro Asoka y los cubriría desde más atrás cuando mi grupo no estaba preparado para eso. Fue mi error, por más que Kaleen intentara defenderme. Le pedí disculpas a mi maestro y acepté mi equivocación ¿qué otra cosa podía hacer?
No supe coordinarme con ellos, no supe cómo actuar cuando nos alcanzaron “los clones y el sith”, me desconcentré y mi ataque fue patético. Sí, era una situación para aprender, para que no nos pasara lo mismo en un combate real, pero yo estaba destruida. Mi maestro me dijo una y otra vez que era solo un ejercicio, y yo lo sabía, pero eso no quitaba que me sintiera así.
Quizás debía dejar que Hope volviera, ella sí podría haber liderado al grupo y podría haberse enfrentado al maestro Asoka. Mi maestro quería que nos reuniéramos con él para poder solucionar mi problema con la meditación pero le dije que ese no era el momento, que no estaba en situación de intentarlo. Le había dicho que estaba lista, pero no ahora, mi mente estaba totalmente en desorden. Me dio permiso para retirarme y en ese momento escuchamos que Kaleen llamaba a una reunión, me dispuse a ir cuando mi maestro le dijo:
“Tendrá que disculpar a mi alumna”
Realmente le agradecí, si volvía a ir a una reunión ya no iba a poder contener las lágrimas. Me encerré en mi cuarto, tomé el sable de luz e intenté tranquilizarme. Creo que jamás me había costado tanto concentrarme.
Pensé en los padawan, ellos habían actuado y no me habían incluido en sus planes, era verdad, yo no era uno de ellos, a pesar de ser padawan. Tampoco era un caballero jedi aunque todos confiaban en mí para presenciar las reuniones, pero la verdad era que yo no me sentía parte ni de un grupo ni de otro, y eso hizo que me sintiera demasiado sola. Creo que fue la primera vez que entendí a Kaleen, quizás a él le pasaba lo mismo.
Le había fallado a mis compañeros, a mi maestro, a mi misma. Las lágrimas no paraban de correr y cuando lograba frenarlas otro pensamiento se interponía y volvía a llorar. No quería volver a salir de mi cuarto, no quería volver a entrenar, quizás no merecía ser un caballero jedi, no merecía la confianza de mi maestro, ni de nadie.
Sabía que no debía pensar así, que esos pensamientos no llevan por el buen camino ¿pero como se hace para no estar triste?
Mamá, papá ¿por qué tuvieron que morir? yo no estaría aquí de estar ustedes con vida. Quizás aún estaría en nuestro lejano planeta, viendo la playa, el mar y cómo se une con el cielo en el horizonte.Tomé mi sable de luz, no podía pensar así, tenía que volver a la realidad. Tenía que dejar de llorar, pero era demasiado difícil.