martes, 2 de junio de 2009

Sable de Luz

Esta semana fue muy complicada, no solo tuvimos reuniones de varias horas, donde todos discutimos sobre cosas sin importancia real, sino que además tuve que confeccionar mi primer sable láser.
La reunión de la que hablo se debió a que mi maestro Escipion le entregó a Darné unos escritos donde él informaba claramente todos aquellos problemas de los que la Orden no se había percatado (o no había querido percatarse) y que según ella eran el resultado de la posterior orden 66 que eliminara a los jedis por toda la galaxia.
Comenzaron a discutir sobre quién había sido el culpable de lo que estaba pasando, Senado, Orden, pero toda esa discusión no llevó a nada y solo fue una pérdida de energía, de eso todos estábamos de acuerdo. Si bien cada uno llegó a conclusiones diferentes, al menos nos había quedado en claro que de ahora en más nosotros decidiríamos por el futuro de la Orden, y podríamos hacer los cambios que creyéramos necesarios, porque la realidad era que tanto Senado como Orden ya no existían, o al menos no como los conocíamos. En eso estuve de acuerdo con ella, teníamos que cambiar, pero no de la forma en que ella lo decía, no podíamos tomar acciones tan directas siendo tan pocos, y sabiendo que éramos buscados por toda la galaxia.
En medio de todo eso vimos justo frente a nosotros como una nave jedi era destruida. Había sobrevivientes y tanto el maestro Asoka, como Kaleem y mi maestro fueron a ayudar a rescatar sobrevivientes. Pensé que esa nave podíamos ser nosotros y me esforcé al máximo por ayudar en lo que podía. Le ordené a R2 que llevara a Kaleem y una vez que estuvieron allí les indiqué donde estaba el módulo de enfermería, no iba a alcanzarnos el nuestro para albergar a todos los heridos. Aislamos el módulo y logramos traerlo hacia nuestra nave, los droides me ayudaron a desmantelarlo y hacer que funcionara nuevamente. Solo logramos salvar a dieciocho personas, el resto pereció. Kaleem se encargó de los funerales, no sin que antes pudiéramos llevarnos todo lo necesario, en especial provisiones y materiales para poder reforzar la capacidad de nuestra nave.
Mi maestro estaba muy raro y fui a verlo, me dijo que había matado a un jedi inocente, había sido un error, pero él no se lo perdonaba. Entendí que quizás quería estar solo y fui a ver al maestro Asoka, creo que fue la primera vez que lo sentí tan desbalanceado con la Fuerza, estaba bastante mal, pero al encontrarlo con los niños me quedé tranquila y fui a ver a Kaleem. Estaba en la enfermería, su armadura tenía un corte en el pecho y estaba cubierto de sangre. Le dije que iba a ser mejor que fuera a descansar y creo que estuvo de acuerdo.
El espacio que teníamos en la nave iba a ser ahora un problema, el último tema que salió en la reunión fue el de obtener una segunda nave. Tendríamos que obtener chatarra para poder confeccionar una, estaba segura que R2 y yo podríamos hacerlo.
Cuando fui nuevamente a hablar con mi maestro él ya parecía un poco mejor de ánimo. Le dije que quería volver a entrenar pero que iba a hacerlo con el sable, que no podía entrenar meditando como lo hacía el maestro Asoka, pero estaba segura que sí podría hacerlo con el sable como lo hacía Hope. Él estuvo de acuerdo, es más, ya lo había pensado, así que me propuso que antes de eso debía crear mi propio sable láser.
Fui a buscar entre la misma chatarra que usaba para reparar la nave los materiales necesarios, mi maestro dijo que eso estaba bien. Comencé a confeccionar el mango un poco más grande que el sable de entrenamiento. Pulí el metal y le di brillo, luego lo tallé con grabados de flores alrededor del mango.
“Maestro, ¿puedo escribirle algo?” Le pregunté y él me dijo que sí, que el sable representaba mi alma y que yo podía hacerlo como quisiera. No sé cuanto tiempo estuve confeccionándolo, creo que hasta me olvidé de comer y a veces de dormir, hasta que lo terminé.
Luego mi maestro me entregó el cristal, sentí que emanaba su presencia y supe que me había entregado un cristal de su propio sable. Le hice una reverencia y le agradecí. Me sentía muy agradecida con él por haberme entrenado y por haber confiado en mí para esa empresa siendo aún tan joven. Era una gran responsabilidad, iba a dar todo de mí para que mi sable saliera bien.
Me encerré en mi cuarto, tenía en mi mente la imagen que quería darle al cristal, una rosa, pero cuando intenté imbuirle mi propia esencia sentía aún la de mi maestro. Entonces pensé en lo que él me había dicho “El sable es tu alma” me concentré en mis recuerdos, en mi vida con mis padres, el momento en que los perdí, mi entrenamiento con mi primer maestro, mi vida con los padawan y mi llegada a la nave de la que ahora era parte. Por último recordé mis entrenamientos con el maestro, hasta ese mismo día en que me había dado un cristal de su propio sable de luz. Cuando abrí los ojos frente a mí estaba el cristal tallado, no era igual que como lo había imaginado pero se parecía, ahora sentía mi esencia en él. Pero había algo más, que inconscientemente se había filtrado mientras lo confeccionaba, la muerte de Clint. No sabía a ciencia cierta si eso era bueno o no, pero no estaba preocupada. Sabía que era mi culpa después de todo.
Cuando salí de mi cuarto mi maestro me esperaba, me preguntó como había salido todo, le dije que creía que bien. Le conté que inconscientemente se habían filtrado mis “otros recuerdos”, me dijo que no era malo que hubiera recordado a Hope y yo le dije que no era ella el problema, pero que había sido mi culpa. Lo repetí varias veces y él me decía que no era mi culpa, así que para que entendiera le mostré el mango de mi sable, había tallado su nombre en él: “Clint”.
Él no me dijo nada, yo solo le dije que no me preocupaba eso, que sentía que el sable era mío, a pesar de esos recuerdos. Pero recordaba también claramente que el sable de Hope había sido del mismo color rojo del que ahora era el mío. Él solo me dijo que fuéramos a entrenar, le obedecí. Él también había estado confeccionando un nuevo sable y ambos íbamos a probar como funcionaban.
A la clase llegaron el maestro Asoka y los niños. Yo me sentía feliz de haber podido lograr lo que mi maestro me había pedido.

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