martes, 23 de junio de 2009

Cuadernos de viaje del maestro Escipión

Cuadernos de viaje, Entrada 154, Año 20/XXV

Estoy en los comandos de la nave mientras el salto hiperespacial nos aleja de Bespin. Acabamos el trabajo sin demasiados problemas, tras 2 semanas de cazas a esa babosa por el Anillo Medio. Es la primera vez que mato a alguien a sangre fría, aunque ese Hutt pudo defenderse, al menos más de lo que pudieron hacer los inocentes a los que asesinó para vender a sus hijos como esclavos. Grunno el Hutt, exactamente 30 veces mas viejo que yo, terminó sus días bajo mi Sable de Luz. Se nos habia estado escapando, desde que empezamos a perseguirlo por sus negocios con la Federación de Comercio. El Maestro Ozzy dijo que aprovecharíamos para cobrarle un par de deudas atrasadas. Al fin se refugió en su factoría de Bespin. Fui yo quien sugerí que estaría allí. Cuando entramos, el Maestro se enfrentó a la gigantesca mascota asesina del mafioso, y me dijo que me habia ganado ocuparme del sujeto en persona. Así lo hice, sin dudar, como me habían enseñado en la Orden. Dudo sin embargo que el Maestro Yoda se refiriera a esto cuando hablaba de no dudar..

El viaje es tranquilo y relajado. El Maestro ha dicho que ya estoy en condiciones de ser ordenado Caballero, y que hará los arreglos al llegar a Naboo, donde es nuestra próxima misión. Por eso calculó el viaje para llegar un par de días antes de la fecha convenida. Al llegar allí, nos reuniremos con otros Caballeros y Padawans. El Maestro dijo que, si paso la prueba que me falta, me dejará solo para que cumpla esta misión sin tentarme a pedirle ayuda. Dice que haremos lo posible para que los otros Jedi no sepan que será mi primera mision como Caballero. El tiene que atender otros asuntos, dijo, y dijo que esperaba que los otros no lo hechen de menos: es decir, que conmigo sea más que suficiente. . No estoy asustado, confío en como me ha preparado. El Miedo conduce al Lado Oscuro, es otra de las cosas que vengo aprendiendo de pequeño. También conduce a dar espectáculos patéticos. La verdad es que esperaba con ansias esta oportunidad. Es magnífico trabajar con el maestro, pero yo también quiero ver como lo hago sin él.

Ahora todo está mas o menos tranquilo: el maestro es un poco remolón, y le gusta dormir en los viajes. A veces aprovecha los momentos en el hiperespacio para enseñarme trucos que la Orden considera ilegales. Pero no en esta ocasión. Asique aprovecho para escribir. Hoy no será sobre la injusticia y la desigualdad que reinan en la galaxia, ni sobre lo poco que hacen por ella los que deberían hacerlo. No. Hoy voy a ponerme un poco egoista y rememorar en día en el que salí de Onogur, mi planeta natal, decidido a terminar mi entrenamiento y convertirme en Caballero Jedi. Han pasado 3 años de aquello, en los que aprendí muchas cosas. No me arrepentí de mi decisión final ni un segundo en este tiempo, y ahora tampoco lo hago. Relataré como fueron aquellas cosas, para cerrar ese libro, que ahora no puedo pensar más que como un prólogo de la parte que de verdad va a importae.de mi vida. Los Jedi no deben mantener lazos con el pasado, se dice, asique yo cierro los míos con estas líneas, antes de convertirme en uno.

Todo sucedió en poco menos de una semana. Primero, la muerte de mamá. Yo tenía 17 años, pero extrañamente no fue para mi tan terrible como podria creerse. Creo haber hablado del tema antes, asique no me explayaré aquí sobre eso. Poco me duró la paz espiritual que me había embargado en esa ceremonia. Cuando yo tenía 12 años, el Maestro Ozzy, que me habia tomado bajo su tutela desde los 10, consideró que era necesario que yo conociera mi planeta natal. Yo habia llegado a Coruscant a los 3 años, traído por él mismo. Mi padre me había cedido gustosamente a la Orden Jedi, básicamente porque no tenia tiempo de ocuparse de mí. Me pareció bien la idea de mi Maestro. El decia que no se podian cortar los lazos que no se conocían, y que yo debia ver mi mundo natal por mi mismo. Cuando llegé a Ircania, en Onogur, me habia fascinado su color, su dinámica, la libertad que se respiraba en el aire. Muy diferente a las, muchas veces, monótonas paredes de la Orden. Pero lo que más me cautivó fue el recibimiento de mi Padre; él era, para entonces, un rico comerciante, y parecia encantado de tener un hijo. Me ofreció ser parte de su familia. El acababa de heredar el liderazgo del Clan, y me aseguraba una vida de lujos, aunque ocasionalmente, dijo, tendria que trabajar con él.

Aquella vorágine de mundo real fue demasiado para el jovencito imprudente que yo era en ese momento. Avergonzado, le dije a mi Maestro que no estaba seguro de si queria seguir en la senda del Jedi. EL sonrió, y me dijo “las personas deben aprender a ser personas antes que Jedis”. Me dio su permiso paraa tomarme lo que el llamaba en ese momento “unas vacaciones”. Yo no podia saber en aquel momento lo acertado que estaba, pero me dejó claro “estaré aquí cuando me necesites”, y así lo hizo, cada vez que lo busqué.

Pasaron 4 años, y crecí. No era un hombre aún, pero tampoco un niño ignorante. El entusiasmo se fue poco a poco, y me di cuenta de lo egoísta de las ideas de mi padre.
En su esquema de cosas, un hijo era sencillamente un factor más de poder, una forma de conseguir una alianza familiar conveniente con un matrimonio. A los 15 años ya tenia una prometida, una niñita algo menor que yo que resultaba ser una de las esposas más codiciadas del país. Magda. Era bella e inteligente, y a diferencia mía, sabía muy bien lo que quería. Tardé un poco en darme cuenta de mi verdadero papel en el asunto: Mi entrenamiento me convertía en un cortesado supremo, sin que yo me diera cuenta, al poder leer los pensamientos de la gente y actuar en consecuencia. Los negocios de mi padre y los de la familia de mi novia crecieron exponencialmente, conmigo como una carta importante en aquella partida.

Magda, mi futura esposa, y yo, volvíamos a casa poco antes del mediodía cuando mi padre me anuncia que esa noche teníamos una importantísima reunión, una cena de protocolo con representantes de algunas de las familias comerciantes más importantes de Ordala, mi país. Mi padre parecía más y más autoritario a medida que se acercaba la fecha de mi Compromiso Oficial. .

Me había dejado llevar, y aquella tarde lo comprendí. Pense que todo era diversión, y que el trabajo que me exigían era muy poco en comparación de lo que me habia exigido la Orden. Pero yo no me habia quedado en Ordala por ellos. No. Yo habia hecho amigos. En mi tiempo libre, me habia juntado con un grupo de estudiantes del colegio a donde concurria. Eran artistas, y tenian el sueño de vivir de su arte. Querían comprar un viejo edificio que tenia un antiguo teatro, en cuyo edificio habia ademas un hotel abandonado. Querian hacer allí una productora, donde pudieran vivir artistas y dedicarse a crear. El amor con el que se dedicaban a sus artes resonaba muy bien en la Fuerza. El grupo creció, Con algunos de ellos formé una banda de música pesada. Al fin, conseguí mover contactos (y dinero de mi familia) y quedarnos con aquella manzana, con el pequeño hotel y el teatro. Lo reacondicionamos, instalamos habitaciones, pusimos a funcionar el teatro, y en la vieja sala del hotel, una discoteca donde tocaban bandas de musica. Comenzó a irnos bastante bien. A mi me caia bien mi familia, pero eran mis amigos a los que me sentia ligado. Todo ese protocolo y todas esas tretas comerciales se justificaban porque el dinero era importante para mantener a mi grupo andando.

Pero ahora, mi padre me avisaba que tenia una reunion impostergable, justo cuando mi grupo de rock y yo teniamos nuestra primera presentación oficial fuera de nuestro teatro. Algo dentro de mi se hizo pedazos. Con el entrenamiento que habia recibido de la Orden y de mi Maestro, comprendí rápidamente la situación. No podia ser un hombee de negocios y un artista a la vez. Los hechos se desencadenaron y me dieron la razón.
Casi sin pensarlo, le dije a mi padre que no habia problema, que allí estaría aunque me hubiera avisado sobre la fecha. Magda parecía inesperadamente feliz. Siempre se habia tomado mi vida de artista fríamente, acompañándome como buena prometida pero sin mostrar nada de interés. Ahora que la vida me ponia a elegir, pensaba ella, me dejaria de tonterias. Me dolio mucho sorprenderme a mi mismo leyéndole la mente, pero mas me dolió esa mente calculadora, utilitarista. Siempre supe que era así, pero jamás me habia imaginado que tanto. Fui a la reunión, que fue un éxito. Mi padre quedó aún mejor parado que antes. Nuestras ganancias crecerian exponencialmente. Adelantó mi compromiso oficial, con toma de votos según la religión de Ordala, para dos semanas más adelante. En dos meses, estaría casado y seria el heredero oficial de una de las mayores fortunas de todo el Planeta Ircania, que yo habia contribuído a forjar.

Mi banda se separó al dia siguiente. Aunque algunos reproches no faltaron, pusieron especial cuidado en hacerme notar que no era por mi ausencia de aquella noche que daban fin al proyecto. Habia muchos problemas en la banda, y yo no lo habia querido notar. No todos estaban de acuerdo con el estilo de música. Algunos de los 5 que éramos querian tomárselo como hobbie, y otros como un proyecto de verdad. Para peor, habia una especie de triángulo amoroso entre la cantante, el baterista y mi segunda guitarra, el principal compositor. En síntesis, no estaban tan comprometidos con el proyecto como el resto de los muchachos. Hasta ese momento, no me habian querido decir nada porque veian el entusiasmo que yo ponía en la banda. Pero cuando vieron que tuve que abandonarlos por una cuestion “de negocios”, comprendieron que el proyecto no tenia futuro. Cuando me reuní con ellos en el “nuestro” edificio, ya habian tomado la decision, y hasta hecho las valijas (todos ellos vivían allí). En menos de dos días volvió cada uno a casa de sus familias. Ni siquiera se despidieron del resto de la gente del Teatro.

Cuando intenté decirle a mi padre de lo brusco de su orden y sus consecuencias, me trató muy mal. ME hechó en cara ser un desagradecido, un bohemio y un drogadicto. Pero lo que mas me enfurecio fue que me criticara duramente el haber dispuesto de los restos de mi madre a la manera de esos “hippies espaaciales con sable de luz”. Ël, que la habia abandonado, que nunca la habia querido, que le habia quitado a su hijo (yo) con una treta legal, para hacerse con un heredero, y luego lo habia puesto en manos de una Orden alienígena por no tener tiempo para criarme. Le contensté con insultante y despreciativa ironia, pero con elegancia. Le hice notar que hubiera fracasado sin mi. Se enfureció, me golpeó. Era un hombre enorme y muy fuerte. Mi telekinesis reaccionó, le partí el brazo. Humillado, a regañadientes me pidio disculpas. Con la mente en otro lado, le dije que no habia problemas, que ya no me ocuparia más de cosas sin importancia. Pareció conforme. Lo estaba cuando le leí la mente. Tambien algo avergonzdo. Por suerte, nadie, ni Magda, habian visto el incidente. Ambos lo callamos.

Cuatro día despues, era la reunión semanal de nuestro Teatro. En realidad, los muchachos de la banda no eran mis amigos más cercanos. Estaban Burt, un Disk-Jockey que queria poner una emisora de radio en el techo de nuestro edificio. Pensaba en grande, pero tambien trabajaba muchísimo. Fabio era un Gryurgil pintor y dibujante, extravagante y obsesivo, muy dedicado a su técnica, un maestro de la perspectiva que además se encargaba de la decoración del lugar, que habia ganado varios premios. Tert era un lasaa, también Disk-Jockey, el miembro más viejo del grupo. Tenia unos 50 años (equivalente a unos 25 en edad humana) y habia triunfado en su temprana juventud, pero lo habia dejado por lo “mexquino” del ambiente; gustaba de los deportes extremos y de la bebida, y solia ponerse de barman; era como el gurú espiritual del grupo, y me respetaba mucho por mis “conocimientos” especiales. Luego estaba Yuki, una joven viera de muy pocos años. Era la más pequeña, aunque nunca supe bien que edad tenía. Era una escritora sorprendente, tremendamente talentosa, que mejoraba día. Habia abandonado a las suyas porque queria que mucha gente leyera lo que escribía. Era seria, callada y tímida, sobre todo teniendo en cuenta su gran talento.

Esos dias me había mantenido muy ocupado. Hable muy poco con mi prometida. Me sorprendi pensando lo desperdiciadas que estaban sus talentos en aquella vida monótona y prefijada. Recordé haber pensado lo mismo de ella muchas, muchas veces, mucho antes de leerle la mente. Pero ahora era distinto. Comprendí lo bien que ese juicio se aplicaba a mi. Cuando le informé a la gente del Teatro de las razones del abandono de mi banda de músicos, lo entendieron. Bromearon mucho, acerca de los líos de alcoba que mi entusiasmo habia ignorado. Pero me señalaron que de algun modo tenian razón mis compañeros de banda, no podia estar en dos lugares a la vez. Ahí me puse serio, les di la razon, y les presente los papeles.

Habia logrado gestionae en 4 días lo que todos siempre habíamos querido; la propiedad perpetua del lugar. Ni siquiera nos cobrarían impuestos. Y les informé de mis intenciones: Habia entendido el mensaje de mi padre. El me recalcó que no debia perder mi tiempo en cosas sin importancia. Asique me habia forzado a tomar una decisión: Dejaria Ordala, Ircania, Onogur mismo. Completaria mi entrenamiento Jedi. La galaxia me necesitaba. Quizá un grupo de artistas era un proyecto bohemio, pero dedicarse a acumular créditos por el resto de mi vida era un proyecto idiota. La Fuerza nunca me lo perdonaria. Tert y Yuki parecieron comprenderme por completo. El resto lo vio como una venganza a mi padre. Y fue por esto que se tomaron bien mi decision, con cierta sorna. Sobre todo cuando se enteraron de que pensaba irme sin avisarle a nadie.

Me despedí de ellos rápidamente. No me gustaban las despedidas. Muchos me dijeron que, en el fondo, sabian que yo no pertenecía allí, que si habia venido de las estrellas mi hogar estaba allá arriba. Me hicieron entender que seguirían adelante, y que apreciaban mucho mi gesto. En un momento, todos me ofrecieron mucho dinero. Su parte de lo que habia costado la propiedad. Me exigieron aceptarlo; yo podria haber gestionado la propiedad, pero ellos querian que realmente fuera propiedad de todos.. Habian estado ahorrando para ello. Acordamos en dejar el Teatro a nombre de Yuki, la mas joven del grupo que de todos modos era de las mas serias (la propiedad perpetua en Onogur requiere un solo titular y solo uno). Ella me miró a los ojos y me agradeció mi confianza. En una oración típica de las de su raza, pero extraña en alguien tan joven, me dijo que sin duda encontraria mi camino, y que cuando lo hubiera encontrado volveria a mostrárselos.

Aquella noche tenia una reunión “de negocios” donde hice mi papel a la perfección. Mi Padre y mi prometida quedaron convencidos de que yo me habia decidido por “el buen camino”. Mis amigos llevaron mi equipaje, sin que nadie lo notara, con mi Maestro. Habia hablado antes con él para comunicarle mi decision, que no lo sorprendio para nada. A la mañana siguiente, madrugé, y dije que iba a hacer mis ejercicios matutinos al parque, como solia hacer. Jamás regresé. Me despedí de mis amigos, usé mis poderes Jedi para llegar al teatro sin que nadie lo note y luego colarme hasta donde mi maestro tenia su nave. El sonrió, y cuando llegué junto a la nave me dijo “terminaron las vacaciones”. Partimos. Fue hace 3 años, y jamás volví a Onogur desde entonces. Quizá no lo haga por mucho, mucho tiempo. Y realmente no estoy apurado por hacerlo..

(escribió Marcos)

2 comentarios:

  1. Q demonios es un HIPPIE DEL ESPACIO?

    ResponderEliminar
  2. Los Hippies fueron un movimiento contracultural que pululaba en Onogur aproximadamente entre los años 70 y 50 BBY. Predicaban la paz, se vestian con túnicas de calidad burda y otras ropas de mala calidad, con un estilo de sencillez. Odiaban trabajar, escuchaban música bala y se drogaban de lo lindo. "Paz y Amor" era su lema pero "vagancia" los describía mejor. Con el tiempo, la moda pasó.

    XDDDDDDDDDDD

    ResponderEliminar